sábado, 7 de mayo de 2016

Una felicitación olvidada

Antes de nada, quiero que sepas que este texto va porque no puedo felicitarte de mejor manera teniendo en cuenta que nos separan no se cuantos miles de kilómetros y te quiero.
Podría decir que no se me ocurre que decirte como suele decirse en estos textos, pero es que yo se perfectamente que decirte y llevo pensándolo un tiempo.
Se que tengo que decirte que eres la amiga mas vieja que tengo, y que ahora se hace un poco mas vieja; ya tienes 15 madre mía. Se que tengo que decirte que te quiero muchísimo, que nos habremos peleado mil veces pero por algo nos volvemos a reconciliar. Se que tengo que agradecerte todos los buenos momentos que me has dado de mi infancia y todos esos consejos de vieja sabia (aunque solo eres 11 meses y 2 semanas mayor que yo). Se que tengo que agradecerte esos atardeceres cogiendo renacuajos o montando en bici por todo el pueblo; esas carreras por que si o las tardes en esos malditos columpios del parque que tanto me gustan, o esas estrelladas noches en el calvario o en la carretera haciendo el tonto o hablando de la vida.
Se que tengo que avisarte de que he cambiado desde el verano pasado, o eso espero porque miro atrás y veo a un Peña a la que le encantaba comportarse como una maldita cría y hacer peñas y renegar por todo con tal de quedarme en mi puta casa que me encanta. Bah, el pasado es el pasado y espero haber cambiado aun que solo sea un poco y ser mas mayor (cosa que tengo que ser si o si porque ahora tengo 14). Bueno eso que espero haber cambiado y a mejor y creo que tu también lo has hecho y para mejor.
También se que te voy a felicitar tus 15 años ahora y después voy a seguir poniéndome sentimental porque esto es una felicitación y me parece ridículo no felicitarte y llevar medio texto escrito.
Bueno, volviendo a los recuerdos. Se que tengo que agradecerte mil cosas, y se que no se como hacerlo porque no encuentro las palabras para hacerlo pero en mi mente esta muy claro: No tengo ni idea de como nos conocimos. Es tan sencillo, como que no me acuerdo. ( Si tu te acuerdas me lo tienes que contar) El caso es que nos conocimos, al menos se que fue hace mucho tiempo, y también se que agradezco el dia en que lo hicimos porque me has dado un millón de recuerdos bonitos y , siendo super cursi, un millón de sonrisas. Bah, que se me dan bien las palabras para lo que quiero porque no se como decirte todo lo que significas para mi sin ser una puta cursi.
Bueno, en fin, gracias por una vida de recuerdos, por una amistad de oro, y por ser esa amiga, que aun a cientos de km, siempre esta y estará.

Te quiero, feliz cumpleaños hermana.

Te quiero


Corrí todo lo que pude. Corrí hasta quedarme sin aliento y luego paré. Paré los dos segundos justos que necesité para coger aliento y buscar la llave. Entonces seguí corriendo hasta el portón. Abrí la puerta con las manos temblorosas y entré sin dejar de correr hasta llegar a las escaleras, las miré desafiante y subí malgastando mis energías hasta el segundo piso. Agotada me senté en un peldaño y rompí a llorar allí mismo. Me rompí por todo y por todos. Porque no podía más. Porque llorar era la única cosa que podía aliviarme y calmarme en ese momento.

Lloré tanto y tan fuerte, que no me extraño nada notar una mano en mi hombro y oír una voz conocida que se preocupaba y susurraba un ¿Qué te pasa? Tan terriblemente dulce que parecía que le importaba. Sentí que me rompía un poco más por su presencia. Nadie nunca que me importara había visto mi yo roto. Nadie nunca a quien quisiera me había visto llorar como si quisiera inundar el mundo y ahogarme. Nadie nunca me había visto de verdad.

Y allí estaba el. Una delas pocas personas a las que había querido. Una de las personas por las que lloraba sin ser verdadero motivo. Allí. Justo donde yo no quería que estuviera, y a la vez justo donde necesitaba que estuviera.

No me sorprendió. ¿Por qué iba a hacerlo? Era su maldito edificio. Claro que yo no estaba pensando precisamente en eso cuando se me ocurrió huir a esas frías escaleras.

Separé los labios para pronunciar un ´estoy bien, vete´ o directamente un ´lárgate y déjame en paz´. Pero no pude. Rompí mi voz en un terrible sollozó y lloré con más fuerza. Entonces hizo algo con lo que yo siempre había soñado, me abrazó por los hombros devolviéndome la energía que yo había perdido corriendo y llorando.

Apreté los ojos y lo borré todo. Me limpié las lágrimas con mis fríos dedos y le miré. Parecía preocupado aunque no entendí por qué. Ya casino nos mirábamos. Ya no hablábamos. Yo había asumido que estaba con ella. Que lo nuestro nunca llegó a ser y nunca sería. Que algunas historias no empiezan por (mi)edo y ya no importaba.

Sonreí. Porque necesitaba hacerlo o me moriría de melancolía, y porque no quería que se preocupara.

-¿Qué haces aquí?

Que pregunta más rara ¿no? Obviamente estaba llorando, pero ¿Por qué allí?

-Esperar-. Me encogí de hombros.

-¿Esperar que?

-No sé. A que algo cambie y pueda volver como si todo fuera normal.

-¿Volver a donde?

-Tampoco lo sé-. no supe ni entonces ni ahora de donde salieron esas respuestas, todas verdades, y todas conducían a laberintos.

Me miró tan confuso como taciturna debía parecer yo. Y no preguntó más. Solo sonrió como si acabara de contarle un secreto y no quisiera estropearlo.

-No digas nada sino quieres, pero, con tu permiso, me quedaré aquí contigo.

Sonreí. De verdad le quería después de todo. Nunca dejé de hacerlo.

Entonces lo susurré. Lo susurré porque no tenía valor para decirlo en voz alta y porque no estaba segura de que quisiera que él lo oyera.

-Te quiero. Nunca he dejado de hacerlo desde que te conocí -. Miré al suelo porque sabía que iba a empezar a llorar otra vez - ¿Es gracioso no? Ahora y no sirven de nada las palabras.

 Me miraba con los ojos confusos, como si nunca hubiera esperado que yo dijera lago así. Me moría porque dijera algo, pero no lo hizo. Entonces una lágrima rodó por mi mejilla.

 -Olvida esto. Como yo voy a olvidarte a ti, y mañana esto pertenecerá al pasado y no podremos decir nada. Como si no fuera real-. sonreí a pesar de que me caían lagrimas por las mejillas.

Me levanté porque sabía que todo había terminado. Sabía que ese era el momento en el que yo me iría otra vez a mi laberinto de sufrimiento y tiraría mi orgullo por dormir en mi cama, aun con monstruos al otro lado de la pared.

-No le cuentes a nadie esto. A nadie. Por favor-. Creo que nunca he dicho nada más seriamente.

Empecé a bajar las escaleras dejando mi orgullo al lado suyo porque quería dormir bien, y con el seria incapaz de llamar a mi propio timbre.

-Espera.

Pero no lo hice. Estaba llorando y no quería que viera nunca más mi parte débil. Seguí bajando las escaleras lentamente.

-Te quiero.

Mi querida Barcelona:

Siempre me han gustado los amaneceres y las mañanas. Me encanta el olor a rocío, los colores del cielo y la expectativa de un nuevo comienzo.
Recuerdo que cuando era pequeña, y viajábamos a visitar a mi familia en Barcelona, nos solíamos despertar temprano.
Madrugábamos, pero no importaba, porque aprovechábamos el día, y yo tenia mi amanecer.
Mi madre se acercaba a nosotras y nos daba un beso en la frente. Yo solía esconder la cabeza entre las almohadas y quejarme, pero luego levantaba la vista y se me olvidaba. Justo encima de nuestra cama, había una ventana, una chiquitita ventana que daba a una pequeñísima terraza, pero era la ventana con las mejores vistas que he tenido.
Primero, se veía el edificio de enfrente, y abajo estaba su piscina. Yo solía observarla y fantasear con que Clara y yo conseguíamos colarnos una noche y la teníamos para nosotras solas. Incluso llegue a planear como hacerlo, pero casi siempre que íbamos era invierno, y no hacia suficiente buen tiempo para poner mi plan en marcha.
Me he alejado de lo que quería contaros, pero no importa, eso también era importante.
El caso, es que todo eso lo veías si no te molestaba en dirigir la vista al cielo. Pero yo lo hacia, siempre me ha gustado el cielo. Yo solía observar como cielos azules, naranjas, negros, rosas, rojos, y , hasta violetas, bordeaban el pequeño trozo de montaña que se veía entre los edificios. Daba la casualidad, de que justo en se ese trozo estaba el Tibidabo. El Tibidabo era un parque de atracciones que debía de ser muy antiguo, porque mi abuela me contó que fue con mi abuelo cuando eran jóvenes, y de eso hace mucho.
Me gustaba observar la montaña, y al Tibidabo, era lo que mas me gustaba de madrugar, ver su cielo de un nuevo color, y ver el parque, que a mi siempre me recordaba a una iglesia gigante olvidada en la cima de una montaña.
Siempre fueron mis montañas, mis vistas desde una pequeña ventanilla, en una pequeña terraza, en un estrecho piso, en Barcelona, favoritas, desde que recuerdo.

Últimamente no sé

Últimamente siento tus labios muy lejos, y tus sonrisas muy cerca. Siento que ya ni voy ni vengo, que ya no te quiero, pero te quiero; que ya no se bailar lentamente ni correr rápido.
Últimamente, te veo con ella, y te echo de menos pero no como antes. Ya no son celos. Es dolor, verte lejos, viviendo mientras yo muero por ti, me rompe, me parte en dos. No entiendo porque aun me sonríes, si pretendes matarme mas con tus mentidas esperanzas, o devolverme la luz con esas risas que antes me daban la vida.

No aquí

Sentía como cada segundo que pasaba allí me marchitaba un poco mas. Mi sangre no era tan roja y lo que quedaba de felicidad volaba lejos, cosa que yo no podía hacer. Todos me arrastraban al inframundo y me desgastaban las palabras que dolían en el centro, porque las bonitas ya solo las escribía. Cada vez notaba mi alma menos pesada y me etérea, casi se escapaba volando. Un día me aburrí de aquella jaula y decidí marcharme, pero tome el camino equivocado, y me fui sin salir de allí, volé hacia el infierno.

Me dejaste olvidarte

Todas las noches su recuerdo venia a visitarme. Se tumbaba juntos mi y me daba la mano. Y solo cuando me había dormido se iba para volver la noche siguiente. Hasta que dejo de venir. Supongo que lo olvido

Fantasmas

Y , dios, que pesado se hacía esperar. Todas esas noches imaginando un futuro con un fantasma. Todas las noches deseando que llegaras. Me decían que esperara, pero tan aburrido era, que deje de esperar. Me olvide de querer. Deje de buscarte sin saber que buscaba. Y entonces, de repente, apareciste tú en mi vida. Poniendo todo patas arriba. Rompiendo mis promesas de no mirar a nadie, de no enamorarme. No tuve opción. Desde el momento en el que nuestro ojos coincidieron supe que no volvería a mirar a nadie igual. Ya no buscaba a nadie, ni me sentía incompleta. Sabia que tu eras lo que siempre busque, y que me completabas. No se si tu pensaste lo mismo pero ni tu apartaste la mirada ni yo lo hice. Maldigo el descuido que me hizo apartarla. Querría  haberla mirado eternamente. Y joder, te necesitaba, lo supe desde que te ví.